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Hay alimentos que previenen enfermedades graves o crónicas y otros que, más bien, pueden provocarlas. La gastroenteróloga Alexandra Salvador nos enseña cuáles son esos superalimentos y los que no debemos comer.

Por Cecilia Alvarado

Algunos alimentos previenen enfermedades graves o crónicas, mientras que otros, más bien,  aumentan el riesgo de que puedas padecerlas.

Por eso, es necesario que conozcas -así no hagas dieta- cuáles son los alimentos que debes consumir para evitar enfermedades y los que debes usar para mantenerte sano.

La historia de Daniel, según la Biblia, indica cuál es la comida que deberías comer: legumbres, frutas y agua. Daniel pidió comer esto y propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey ni con el vino que él bebía.

En esta historia bíblica (Daniel 1:1-21), al resto de los chicos seleccionados para trabajar en el palacio de Nabucodonosor le dieron lo mismo que comía el rey, un banquete que tenía carne de todos los tipos.

Cuando terminaron los 10 días de prueba, al comparar a Daniel y sus 3 compañeros con los demás que sí comieron la comida del rey, tenían el rostro más rozagante que los demás. Y no solo eso, en todos los asuntos de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló 10 veces mejores.

Para reconfirmar esta historia, los cereales, las frutas carnosas, las oleaginosas y las legumbres fueron los primeros alimentos que escogió para el hombre el Creador del universo. Incluso después de que el hombre saliera del Edén le dieron permiso de comer también hierba del campo, así está escrito en el libro de Génesis. 

Cinco raciones entre frutas y verduras diarias es la mínima cantidad que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para reducir el riesgo de enfermedades como la diabetes, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Esta cantidad de vegetales es rica en vitaminas, minerales y antioxidantes. 

Acelga, apio, cilantro, col, perejil, espinaca, etc., las hortalizas, las leguminosas, las legumbres: fréjol, garbanzos, chochos, etc., son los alimentos que se consumen aún en nuestros días.

Para la gastroenteróloga pediatra guayaquileña Alexandra Salvador, estos son 7 de los alimentos que debemos consumir con precaución:

  • Embutidos.

  • Mantequilla y margarina.

  • Comidas rápidas.

  • Bebidas industriales como gaseosas o refrescos.

  • Productos que incluyan la grasa o nata de los lácteos (helados de crema, postres o quesos amarillos).

  • Alimentos que contengan alto contenido de colorantes y/o preservantes.

  • Alimentos con alto contenido de azúcar añadida.
Doctora Alexandra Salvador y los alimentos que sanan o enferman.
Dra. Alexandra Salvador

Añade que si practicas ejercicio moderado y sigues una dieta equilibrada, puedes llevar una vida saludable. “Con ello evitarás la aparición de enfermedades cardiovasculares”, señala.

 Alimentos para el consumo diario

Frutas que sanan o enferman
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Escoger los alimentos adecuados permite mantener siempre clara la mente y perfeccionar la funcionalidad del cerebro, dice la doctora Salvador, quien además es experta en nutrición y fundadora del Servicio de Gastroenterología del Hospital Roberto Gilbert. Ella elaboró también un segundo listado de los productos que debemos consumir a diario.

  • Las verduras: Algunas como brócoli, col, espinaca, remolacha, berenjena o pimiento son las más idóneas para mejorar la capacidad preventiva.
  • Entre las frutas destacan ciruelas, moras, uvas, fresas, cerezas y arándanos. Los productos de la tierra de tonalidades más oscuras e intensas deben estar siempre en nuestra comida.
  • Los antioxidantes que contienen resultan muy beneficiosos para el cerebro. La vitamina C (presente en frutas como la papaya, la fresa y el kiwi) puede evitar la acumulación de sustancias dañinas en el tejido cerebral.
  • A pesar de su mala publicidad, la carne roja de ternera alimentada con hierbas es un alimento rico en vitamina B12, componente esencial para prevenir el alzhéimer.
  • Los pescados azules, al ser ricos en ácidos grasos Omega 3, se convertirán en una fuente de grasas buenas (atún, caballa, salmón, boquerón, etc.).
  • Frutos secos: Son ricos en vitamina E y aceites protectores.
  • Aceite de oliva: Aumenta los niveles de colesterol bueno (HDL), y protege las neuronas y elimina el colesterol malo (LDL).
  • Especias: La cúrcuma, presente en el curry, es el componente idóneo para prevenir la formación de las placas del alzhéimer en el cerebro. En la India, país donde se consume más curry, es donde menor presencia tiene esta enfermedad.
  • El café, junto con los cítricos y el té verde, es el que mayor antioxidantes contiene, por lo que estimula la actividad neuronal y prevendrá de la muerte cerebral y la pérdida de memoria.
  • El chocolate resulta esencial a la hora de mejorar nuestras habilidades cognitivas y evita la aparición del alzhéimer, mejorando el flujo continuo de sangre al cerebro, sostiene Salvador.
  • Las vitaminas: Una dieta rica en vitaminas B12, C, D y E se convierte en el mejor escudo frente al alzhéimer. No obstante, no deberán consumirse suplementos sin recomendación médica.

Desayuno más completo

En cuanto al desayuno, según Alexandra Salvador, debe ser más completo. Solo debes asegurarte de que la ingesta durante el día sea más equilibrada y menos copiosa. Sobre todo, te evitas llegar a la noche con un exceso de hambre que suele llevar a una cena demasiado pesada.

Cenar demasiado es perjudicial, afirma, ya que por un lado la energía derivada de toda esa comida no se va a consumir, por lo tanto el organismo la almacena como glucógeno (en menor medida) y en forma de grasa, que es la principal forma de almacenamiento de energía del organismo. Esto incrementa el riesgo de obesidad.

Dormir con la barriga demasiado llena puede provocar un descanso incómodo porque se puede padecer de reflujo gastroesofágico. El cuerpo está haciendo la digestión, y posiblemente te levantes más cansado de lo habitual.

Por último, asegura que si, además, el hecho de cenar en exceso se hace frecuente, lo conviertes en costumbre y después en hábito, y como ya sabes, cambiar un hábito es complicado.

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