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Foto: Roman Odintsov en Pexels

Los niños dejaron de practicar la empatía en la escuela por dos años, ahora necesitan ponerse al día porque la pérdida de aprendizaje podría volverse permanente.

Por Cecilia Alvarado

A causa de la pandemia de la COVID-19, los niños estuvieron privados de uno de los mayores entrenamientos de sus habilidades sociales: la escuela. Aquí es donde desarrollan y entrenan la empatía entre compañeros y maestros.

La empatía es una habilidad que se desarrolla en las personas a lo largo de su vida y que les permite relacionarse en forma positiva con los demás, comprender sus emociones y compartir con ellos sin juzgarlos ni discriminarlos.

De hecho es en los juegos en el recreo, en las aulas, incluso a la salida, cuando los niños la entrenan, con la resolución de conflictos, escuchando a sus compañeros, devolviendo las cosas que no son suyas y, además, dando y recibiendo apoyo.

Más claro, “cuando los niños y las niñas no pueden interactuar directamente con sus maestros y sus compañeros, su aprendizaje se resiente”, dice Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef Ecuador.

En el sitio web de la Unicef Ecuador, la directora ejecutiva advierte que “cuando los niños no tienen la posibilidad de interactuar de ningún modo con sus maestros y sus compañeros, la pérdida de aprendizaje puede volverse permanente”.

Escasas muestras de empatía

De allí que al regresar a la presencialidad, después de más de dos años, las situaciones en las que los menores han podido mostrar empatía con los demás hasta el momento son escasas.

Al suplir los padres y/o cuidadores de manera parcial la labor de los docentes, se enfocaron en ayudarlos a entender las materias básicas, dejando de lado la necesidad de ahondar en habilidades como la empatía.

Si queremos niños felices, debemos recordar que la gente más empática tiene mayor probabilidad de ser más feliz. Cuando una persona carece de empatía su comportamiento se vuelve egoísta y puede generar conflictos.

Además, las personas que están faltos de empatía sufren el trastorno de personalidad narcisista, que se caracteriza por un patrón general de grandiosidad (grandeza) y necesidad de adulación.

Atraso en la enseñanza de la empatía

Así pues, los niños tienen 2 periodos lectivos de atraso en la práctica y aprendizaje de la empatía. Cabe subrayar que el tema aquí tratado está incluido en el pensum de las instituciones educativas particulares. Así como en las escuelas públicas que usan los libros de distribución gratuita de la Municipalidad de Guayaquil.

Un caso de falta de empatía es el que vivió en sus primeros días de clase Emma, una pequeña de 5 años a quien en el recreo se le cayó un arete y cuando se acercó a recogerlo, sus compañeros lo patearon.

Emma se regresó a su asiento mientras que el arete les servía como pelota a sus compañeros. Cuando le tocó irse a su casa le tocó irse con el que quedó chullo porque nunca encontró la supuesta pelota.

Aprenden a resolver dificultades

En los salones de clases se debe enseña la empatía.
En la escuela los niños deben aprender a resolver las dificultades. Foto: Ronae Produtions en Pexels

La escuela es el lugar donde los niños desarrollan la empatía y aprenden a resolver conflictos, afirma la psicóloga María Suárez Sánchez, no obstante, durante la educación virtual en casa no hubo conflictos porque el contacto directo con otros niños disminuyó de manera significativa.

Por eso, indica Suárez, a los pequeños no se les puede exigir que empaticen, pero sí se puede trabajar en ello desde muy pequeñitos en la casa. El objetivo es lograr que resuelvan sus dificultades de forma pacífica para que tengan una mejor convivencia.

En otras palabras, todo depende del aprendizaje en casa. Los padres son los primeros maestros de sus hijos y con ellos es que aprenden a compartir, a ser amables, a respetar y a ponerse en el lugar de los otros, aclara el psicólogo Manuel Andrade.

En los zapatos del otro

Esta frase de Mahatma Gandhi grafica perfectamente lo que dicen los psicólogos sobre la empatía: «Las tres cuartas partes de las miserias y malentendidos en el mundo terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus adversarios y entendieran su punto de vista».

Andrade se pregunta y ¿qué pasa con los chicos que viven en hogares disfuncionales? ¿En estos niños faltará empatía? Al respecto recalca que es importante un núcleo familiar estable en el desarrollo de la neuroestructura de todo ser humano.

“Si no crecemos en este entorno, más bien en uno hostil, no desarrollaremos empatía y esa es la causa de que alguien salga a matar a una persona con 35 disparos en la cabeza sin ningún remordimiento”, añade.

Psicoeducación en prevención y salud

Manuel Andrade ha iniciado este año un proyecto social de psicoeducación en prevención y salud visitando los colegios de Guayaquil. El planteamiento está dirigido a los estudiantes de nivel bachillerato, a quienes se les dará una charla de aproximadamente una hora.

El objetivo es psicoeducar, conceptualizar y concientizar a los jóvenes en tres ejes: consumo problemático de drogas, violencia y proyecto de vida. Esto debido a la profunda crisis que vive nuestra sociedad.

Quiénes son los niños empáticos

Empatía en los niños
Los niños que prestan ayuda para resolver alguna dificultad son empáticos. Foto: Ivan Samkov en Pexels

Para reconocer un niño empático debemos observar lo siguiente:

  • Un niño o niña empático es altamente sensible: le preocupan los problemas de los demás y los sentimientos de los otros.
  • Sabe leer en los gestos, en el tono de voz, en la forma de ser, los estados emocionales de sus semejantes. Comparte con ellos sin juzgarlos ni discriminarlos.
  • Es capaz de mostrar a los demás que ha captado sus sentimientos.
  • Sabe aceptar los sentimientos y conductas de los otros con independencia de que no los aprueben.
  • Le gusta escuchar y es buen conversador. Fomenta relaciones de amistad sólidas y duraderas.
  • Respeta o comprende los motivos de las conductas de los demás.
  • Presta más atención a los demás y entiende cómo les afecta lo que dice o hace el resto. Forma vínculos fuertes que propician comprensión, cariño y tolerancia.
  • Cuando le cuentas a un empático que te caíste y te lastimaste, de inmediato se preocupa y siente tu dolor, se conecta contigo.
  • No tiene miedo de decir lo que piensa, pero cuida mucho la manera en que lo dice. Resuelve sus conflictos sin violencia.
  • Un empático evita un conflicto a través del diálogo y es capaz de calmar los ánimos antes de que las emociones se desborden.

Recomendaciones para hacer niños empáticos

A continuación la psicóloga María Suárez ofrece algunas recomendaciones para mejorar la empatía en los niños.

  • Escuchar con atención las vivencias tanto escolares como familiares de los niños, ya que así se pueden identificar situaciones de riesgo o eventos en los que podrían requerir apoyo o supervisión por parte de los cuidadores.
  • Brindándoles un tiempo de escucha se logra favorecer su autoestima, ya que se atribuye un valor significativo a aquello que ellos consideran importante, incluso cuando se premia o celebra algún logro esto tiene un importante apoyo para ellos.
  • Otro aspecto que influye en el desarrollo de la empatía en los menores es el conocimiento que se puede impartir en ellos sobre la diversidad de personas que pueden encontrar en su medio escolar.
  • Asimismo, ayudarles a comprender aspectos de estructuras familiares, características personales y necesidades educativas especiales.
  • Es importante emplear un lenguaje que pueda ser comprensible para ellos y mostrar apertura sobre las dudas que ellos puedan presentar sobre cualquier tema.
  • La educación emocional es uno de los elementos que durante años fue un mito en los hogares de los ecuatorianos. El mismo hecho de reprimir ciertas emociones por considerarlas “malas o débiles” favorece a que no se desarrolle en los niños empatía hacia sus pares.
  • Es necesario que ellos identifiquen tanto sus propias emociones como las de las personas que los rodean, con el fin de que esto les permita que, mediante la práctica continua, puedan gestionar de manera efectiva todas sus emociones.
  • Como padres, una de las maneras para educar a los niños en sus emociones es validar nuestras propias emociones como la de los niños.
  • Mantener contacto directo con los docentes y personal de consejería estudiantil es muy importante. Ellos son los encargados de establecer pautas dentro del aula de clases y son quienes se encargan de mediar conflictos o de ayudar en la superación de dificultades que se pueden presentar en el aula de clases.
  • Es por ello que la presencia de los cuidadores en reuniones o de manera eventual puede favorecer en la detección temprana de alguna situación.
  • Los niños aprenden constantemente, por lo que replican aquello que se encuentra en su contexto. Por ello, cuidar la dinámica familiar es un aspecto de suma importancia, puesto que según lo que vea entre sus padres, hermanos o demás familiares, el menor lo establecerá como un ideal y esa conducta será expuesta en la escuela.
  • Un niño cuyos sentimientos son ignorados por sus padres, que le dicen frases como “deja de llorar”, “los niños no lloran”…, aprenderá a ignorar sus sentimientos y los de los demás.
  • Del mismo modo, un niño al que se le atiende emocionalmente (se le escucha cuando se queja, se le dan besos, caricias, etcétera) aprenderá a escuchar sus propias emociones y las de los otros, haciendo camino a los primeros pasos del desarrollo de la empatía.

 

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