La vitamina D es muy importante para la construcción de los huesos. Incluso estudios revelan el por qué existe una deficiencia en los adultos mayores. Hasta indican qué cantidad debe ser suplementada.
Texto Sheyla Mosquera
¿Sabías que la vitamina D es una hormona y que una deficiencia prolongada causa defectos en la mineralización del hueso en los adultos?
Además, ¿que la insuficiencia de vitamina D es un importante contribuyente de la osteoporosis, pérdida de masa ósea (osteopenia), debilidad muscular, caídas y fracturas en los adultos mayores?
Según el médico endocrinólogo Enrique López Gavilanez, la vitamina D es una hormona con múltiples funciones en el organismo. En especial, sobre el metabolismo del calcio en el esqueleto.
Menciona que el 80-90% de la vitamina D -colecalciferol o “vitamina” D3- del organismo se obtiene de la piel por la exposición a la luz solar. Y que el 10-20% se adquiere de la alimentación (ergocalciferol de origen vegetal, levaduras y hongos).
El colecalciferol y el ergocalciferol son precursores inactivos de la vitamina D. Significa que tienen que ser activados por pasos metabólicos sucesivos (en el hígado y el riñón) para convertirse en calcitriol, que es la vitamina D biológicamente activa.
La mayoría de los organismos internacionales de salud, como la Fundación Internacional de Osteoporosis (IOF), recomienda la vitamina D en los adultos mayores, dice López. Sobre todo, en pacientes con osteoporosis o con riesgo alto de fractura (ancianos institucionalizados).
Incluso las bajas concentraciones de esta vitamina entre los adultos mayores (60 años), la asocian con un deterioro de la fuerza muscular y con deficientes medidas de rendimiento físico, discapacidad, fracturas de cadera y aumento de la mortalidad.
La vitamina D es liposoluble
La vitamina D es liposoluble; es decir, que se disuelve en la grasa o en aceites de los alimentos. El endocrinólogo sugiere que la tomen en las mañanas con el desayuno, ya que se absorbe mejor después de las comidas.
Y si quieren obtenerla de los alimentos, existe una alta concentración en los pescados de mar (atún, sardina, salmón, bacalao, pez espada, etc.) y en el aceite de hígado de bacalao.
Incluso en los huevos, lácteos y derivados, cereales (copos de avena, trigo, maíz), legumbres, hongos (champiñones), frutos secos (almendras) y derivados.
Deficiencia vs. insuficiencia
El doctor López explica que existe una distinción entre “deficiencia” e “insuficiencia” de vitamina D. Pues, los organismos internacionales de salud establecen un punto de corte de los niveles sanguíneos de esta vitamina, que separa ambas categorías (insuficiencia <30 ng/mL; deficiencia <20 ng/mL).
Explica que los adultos mayores corren un riesgo alto de padecer una deficiencia, ya que su estilo de vida cambia en la ancianidad.
Eso sucede porque los ancianos disminuyen sus actividades físicas regulares al aire libre. Lo que provoca una exposición inadecuada a la luz solar. Y como consecuencia disminuye la formación de vitamina D en la piel.
Asimismo, ciertas enfermedades coexistentes en los ancianos (de la piel, hígado o riñones) condicionan también el déficit del nutriente.
También, la latitud geográfica en la que se vive, se relaciona con los niveles de vitamina D en la población. Sumado a los hábitos de vestir por el clima frío (ponchos, abrigos, sombreros, etc.), que inciden en las concentraciones séricas de esta vitamina.
A ello se agregan factores adicionales importantes como una deficiente ingesta dietética de vitamina D y evitar el uso de suplementos de vitamina D.
¿Qué dicen los estudios sobre la vitamina D en los adultos mayores?
La deficiencia de vitamina D parece ser un fenómeno frecuente en las poblaciones de todo el mundo. En el que influyen el tipo de etnia, el sexo, la edad (adulto mayor) y el índice de masa corporal (obesidad abdominal).
También predominan los hábitos de vestir tradicionales (poncho, sombreros, abrigos, etc.), la alimentación, el consumo de suplementos vitamínicos, la latitud del sitio de residencia y el nivel de urbanización.
Según el doctor López, en la mayoría de los países se ha documentado que los niveles de vitamina D son bajos. Tanto en aquellos que están cercanos a la línea ecuatorial como en aquellos países industrializados, en los que se ha implementado sistemáticamente la fortificación de los alimentos con vitamina D.
Dice que la alta prevalencia de deficiencia de vitamina D, en algunos países del Medio Oriente, África y Latinoamérica, puede ser debido a una baja formación de esta vitamina en la piel. “La causa es el alto contenido de melanina (pigmento), que tienen las personas de piel oscura y que habitan en gran proporción en estas naciones”.
En América Latina
En relación con el estado de la vitamina D, en la población de los países de la región latinoamericana, existen varias investigaciones.
Una fue publicada en la revista del Hospital Clínico de la Universidad de Chile (2014) y se titula “Déficit de vitamina D. Revisión epidemiológica actual”. Esta menciona que la prevalencia de insuficiencia de vitamina D, en las personas adultas en América Latina, fluctúa entre 40,2% y 96,8 %.
Asimismo, el doctor Carlos H. Orces analizó a 2.374 ecuatorianos, de ambos sexos, que participaron en la encuesta SABE (Salud, Bienestar y Envejecimiento), con una edad media de 71 años.
El investigador, especialista en medicina interna y reumatología, concluyó que la deficiencia de vitamina D es más frecuente entre las mujeres mayores, los indígenas y residentes en la región de la Sierra ecuatoriana (indígenas y no indígenas). A pesar de la abundante luz solar durante todo el año.
El estudio también encontró una proporción de deficiencia e insuficiencia de vitamina D de 21% y 67% en hombres y mujeres, respectivamente, según el análisis de Orces, quien es ecuatoriano y trabaja en el Centro Médico de Laredo, en Texas, Estados Unidos.
Suplementos de vitamina D en adultos mayores
Los suplementos de vitamina D se consideran un factor principal del nivel adecuado de este nutriente, según Enrique López.
Refiere que entre los usuarios de estos complementos, la prevalencia del riesgo de deficiencia de esta vitamina es inferior al 5 % para todas las razas.
Sin embargo, se ha descrito una baja prevalencia del uso de los suplementos de vitamina D, entre los adultos mayores, en distintas regiones geográficas. “Pues una dieta deficiente de vitamina D, la etnicidad (raza), la obesidad y ciertas enfermedades crónicas también pueden contribuir a un estado inadecuado de este nutriente”.
También, agrega López, existe una asociación positiva significativa entre las concentraciones séricas de vitamina D y la densidad mineral ósea.
Por ejemplo, entre los participantes de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición en los Estados Unidos (NHANES-III, por sus siglas en inglés), la densidad mineral ósea de la cadera aumentó con niveles séricos de vitamina D más elevados. “El estudio lo realicé en conjunto con el doctor Carlos H. Orces”.
La principal conclusión fue que las características demográficas y el estilo de vida saludable, son los factores decisivos para el uso de suplementos de vitamina D entre los adultos mayores. Y que entre los sujetos con una masa ósea baja, estos suplementos entre 400 y 800 UI al día, son adecuados para alcanzar unas concentraciones suficientes de vitamina D.
Incluso existe otro estudio realizado por López, en colaboración con Orces CH y el grupo de investigación AECE, sobre la prevalencia de insuficiencia de vitamina D. En Ecuador se realizó con los datos de mujeres ecuatorianas posmenopáusicas sanas y con diabetes mellitus tipo 2, en Guayaquil.
Su principal conclusión es que, comparadas con las mujeres posmenopáusicas sanas, se encontró una prevalencia más alta de insuficiencia de vitamina D (87,5%) en las mujeres con diabetes mellitus tipo 2.
Por eso se recomienda en adultos mayores con osteoporosis, fragilidad, o un elevado riesgo de fractura (ancianos institucionalizados) una ingesta diaria (dieta y/o suplementos) entre 800 a 2.000 UI (unidades internacionales) de vitamina D3.