La laguna de Epecuén, a ocho kilómetros de Carhué en Argentina, es un destino saludable por su agua salina curativa. Los turistas se renuevan en cuerpo y alma.
Por Sheyla Mosquera
Muchos viajan a Argentina, pero ¿cuántos turistas conocen dónde queda la laguna de Epecuén? Si no la han visitado, llegó la hora. El sitio ofrece beneficios para la salud.
Los bañistas al ingresar a la laguna flotan como si estuvieran en el mar Muerto. No se hunden por la alta concentración de sales minerales del agua, diez veces superior al mar (hipermarina). Contiene 200 gramos de sal por litro de agua.
Pero no es un sitio para cualquier persona. Es para viajeros que buscan salir de la rutina, alejarse unas horas de la vida citadina y regresar a casa renovados. Con una actitud positiva y el cuerpo liviano.
Alexandra Barreto es una ecuatoriana que vive en Argentina. Ella describe a las playas de la laguna de Epecuén como un lugar mágico. Es otro mundo, en el que te puedes conectar contigo mismo y encontrar esa paz interior que anhelas.
Al observar las ruinas de las edificaciones y las hileras de troncos secos de los árboles, reflexionas que aunque todo cambia, aún hay vida.
Incluso, sientes emoción al escuchar el canto de los flamencos australes o de las otras aves. “Es algo alucinante”.
Ella también hace deportes. Todos los años cuando organizan carreras de 14, 17, 23 y 63 kilómetros, alrededor de la laguna, opta por la de 14. “Termino de correr y siento mis piernas pesadas. Pero me meto al lago, me relaja y me calma”.
La laguna queda a unos 540 km al sur de la provincia de Buenos Aires. En un pueblo conocido como Villa Epecuén, a 8 km de la ciudad de Carhué.
Epecuén creció con el turismo
Por los años 40. La laguna Epecuén era el punto de encuentro de la aristocracia europea de Argentina. Que al igual que otros bañistas buscaban lo mismo: disfrutar del agua salina y del barro medicinal.
Con el tiempo, el crecimiento turístico de Epecuén iba en auge. Más hoteles, residencias, restaurantes, balnearios. Un sitio cargado de buena vibra, al que llegaban turistas por carro o por tren.
Incluso, entre los años 50 al 70, recibió cerca de 25 mil visitantes de todas partes de Argentina.
Una sudestada inundó Villa Epecuén
Los sueños de la Villa Epecuén de mantener un sitio turístico próspero se desvaneció el 10 de noviembre de 1985. El pueblo, al que también le habían construido un complejo con piscinas de agua dulce, quedó bajo el agua salada.
Una sudestada (viento fuerte con lluvia persistente). Más las obras inconclusas, en el control de los canales que proveían agua a la laguna de Epecuén, destruyó el terraplén (muro de tierra) que protegía al pueblo del lago.
Hubo que evacuar a la población y en menos de un mes todo quedó en ruinas. Hasta 1993, el nivel del agua había subido a 10 metros (33 pies). Y así permaneció durante 23 años.
Pero el tiempo todo lo cura. Los pobladores de Epecuén que vivieron la catástrofe pusieron en práctica la resiliencia. Poco a poco están saliendo adelante. Aún recuerdan lo que sintieron al perder sus viviendas y su fuente de trabajo. Una historia ahora que pueden contar a los turistas.
La playa ecosustentable junto al lago
En la actualidad, entre Villa Epecuén y Carhué existe una playa ecosustentable. Cuenta con un muelle de madera que conecta con la laguna. El lugar dispone de un guardavidas, parasoles, duchas, wifi, entre otros.
Y si no deseas ir al lago, te puedes quedar en Carhué. “En esta ciudad caminas con tranquilidad. Nadie te roba, los pobladores dejan las puertas abiertas de sus casas y la gente es muy amable”, dice Alexandra Barreto.
También puedes ir en bicicleta o caminando a la laguna de Epecuén. Algunos turistas lo hacen para ver con más detenimiento las ruinas. “Hasta han filmado videos y películas”.
Los beneficios del agua y del fango
Carhué también ofrece a los turistas las bondades del agua y del fango medicinal. Según Sheila Magali Lavin, del equipo de turismo de Carhué, la ciudad tiene hoteles de 4 estrellas, posadas y otros sitios para hospedarse. Algunos poseen piletas o piscinas con aguas termales extraídas del lago Epecuén.
Menciona que el agua salina en las piletas tiene propiedades sedativas. Los turistas que ingresan se relajan, logran un sueño reparador.
Asimismo, por su alta carga mineralizada del agua más la combinación de la presión hidrostática produce relajación muscular. Ideal para las personas que sufren de contracturas musculares.
Barreto refiere que antes de meterse a una piscina termal, los encargados les toman la presión arterial a los turistas. Incluso les permiten estar en el agua solo 20 minutos y no pueden nadar, para que la sal no ingrese en los ojos.
Para la odontóloga Cecilia Guido, quien además es dermatocosmiatra, el agua del lago es excelente para sanar problemas de la piel. Como, por ejemplo, psoriasis, dermatitis, alopecia por estrés, piodermitis, entre otras.
También en los spas se ofrecen tratamientos de “fangoterapia”. Al principio el cuerpo adquiere un color oscuro profundo y huele a componentes sulfurosos. Después se siente la suavidad en la piel.
El fango incluso combate y previene infecciones. Hasta cicatriza las heridas porque contiene cloruros, azufre y yodo.
Además, desinflama y calma los dolores provocados por reumatismo, artrosis, mialgias, neuralgias y secuelas de tratamientos óseos.
“La fangoterapia se activa con el calor. Por eso se la aplica aprovechando la temperatura corporal o a través de una fuente externa”.
Los tratamientos con fango en los spas se pueden realizar todo el año. Pero si quieres disfrutarlo directamente del lago Epecuén, agrega Guido, conviene ir entre los meses de diciembre y marzo, ya que las temperaturas son ideales para tal fin.
Por último, si quieres visitar el lago Epecuén para tomar fotografías. Sheila Magali Levin dice que puedes hacerlo en cualquier época del año. Sobre todo en mayo para observar la cristalización del sulfato de sodio. Un verdadero paisaje de nieve salada que nadie debe perderse.
Agradecimiento: Secretaria de Turismo de Carhué. Telf: +54-9-2923-42-7092. Hotel Carhué, en Dorrego 520; Cecilia Guido. Telf: +54-2-923-69-6062. Marina Schmidt. Embarradora y propietaria de Kaya. Telf: +54-2-923-69-2088.
Dónde hospedarse: Alojamiento en Carhué.