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El ecuatoriano Manuel Landívar Alza narra su experiencia como soldado en la guerra de Vietnam. También fue subdirector regional del Departamento de Censo y Estadísticas de los Estados Unidos. 

Por Sheyla Mosquera 

Manuel Landívar, de 77 años, aún recuerda sus cuatro de edad. Su mamá era modista y tenía una máquina de coser grande. Cuando terminaba de usarla le ponía un forro de tela para cubrirla.

El pequeño juguetón esperaba ese momento. Veía la máquina como un inmenso armario que le servía de escondite. Todas las tardes jugaba sobre los pedales como si fuera un guinguiringongo con su amiguita, la vecina.

Sus padres, cuenta, se divorciaron cuando tenía 7 años. Su mamá, Aida Alza Campodónico, por ocultarse de su papá, Esteban Landívar Yánez, se mudaba con frecuencia de la casa. De ahí que estudió la primaria en cuatro escuelas diferentes.

Manuel fue creciendo y se convirtió en un joven capaz de cuidarse a sí mismo. Vivió con un tío. Tal vez, por eso, relata, su educación secundaria no fue tan accidentada.

“Estudié hasta la mitad del tercer año en el colegio nacional Vicente Rocafuerte de Guayaquil, porque mi mamá, quien había emigrado a los Estados Unidos, en mayo de 1960, me mandó a buscar”.

El sábado 12 de noviembre de 1960, doña Aida lo llevó a vivir al Harlem Español. Un barrio situado en el área de Manhattan de la ciudad de Nueva York. En ese tiempo predominaba la comunidad puertorriqueña. “La gente era muy amable y, como típicos latinos, se ayudaban entre ellos”, menciona.

Su mamá lo matriculó en el George Washington High School, porque era el colegio asignado para ese vecindario. A sus 14 era un chico muy entusiasta y le resultó fácil acoplarse a la instrucción estadounidense. “Siempre pensé que estaba arriba del promedio”.

“Me gradué del colegio a los 18 años y, seis meses después, el Ejército me reclutó porque era obligatorio (draft). En esa época, 1964, muchos chicos que no quisieron servir a los EE. UU. salieron del país para evitar que los enrolen y el peligro que los manden a Vietnam”.

Matrimonio de Manuel y Ali Landivar.
Manuel y Ali se casaron, el 23 de diciembre de 1966, en Nueva York.

Pero a Manuel le gustó la vida militar. Después de su regreso de la conscripción se enlistó de manera voluntaria, por seis años. Decisión que tomó por dos aspectos importantes.

El primero fue el financiero de la época. El Ejército pagaba una jugosa cantidad de dinero por cada año de servicio. Y, el segundo, estaba recién casado con Alcira Maldonado (Ali Landívar). Entonces le pareció una buena oportunidad que debía aprovechar. En la actualidad, esta pareja tiene tres hijos y siete nietos. 

Manuel Landívar fue miembro de las Fuerzas Especiales

Manuel Landivar luchó en la guerra de Vietnam.

En el Ejército, Manuel Landívar perteneció a las Fuerzas Especiales. El distintivo del grupo era el uso de la boina verde. “En ese tiempo nosotros éramos los únicos que la usábamos. En la actualidad es de varios colores y la utilizan en distintas ramas del Ejército”, refiere.

Los Boinas Verdes, agrega, eran los mejores soldados entrenados del mundo. Sin embargo, había bastante antipatía con ellos. Los acusaban de sádicos que mataban a mujeres y niños de manera indiscriminada. “Esto era producto de la propaganda elaborada por quienes se oponían a la guerra”, asegura.

Manuel nunca olvidará la tarde del 14 de noviembre de 1969. Fue cuando lo hirieron en Vietnam a pocos kilómetros de la zona desmilitarizada (DMZ). Estaba en una trinchera. Mientras disparaba hacia el frente, su comandante, un mayor de los Marines, se comunicaba por el radiotransmisor con los helicópteros que los estaban asistiendo con fuego aéreo.  

De pronto un proyectil mortero, disparado por los enemigos vietnamitas, los impactó. El mayor murió destrozado al instante, mientras Manuel quedó herido de gravedad: en piernas, brazos y cabeza. 

“Los minutos que pasé entre el impacto del proyectil y el salir de la trinchera, para buscar otro radiotransmisor e informar lo sucedido, lo he vivido una y mil veces en cada aniversario de los soldados caídos o Memorial Day”.

En ese momento, de pánico y dolor, salen a relucir los instintos de sobrevivencia, recuerda Manuel. Incluso entra en juego el buen entrenamiento que se recibe como combatiente.

Por sus heridas estuvo 6 meses hospitalizado y se enfocó en su recuperación. Después, viviendo una vida casi normal con su familia, le llegaron los recuerdos y las pesadillas de la guerra. Por eso necesitó ayuda psicológica.

El amor a través de los años ayudó a Manuel a recuperarse

Manuel Landivar un boina verde que luchó en Vietnam.

Manuel no atribuye a algún detalle en particular su recuperación mental y física. Solo cree que la ayuda y el amor de su esposa y su madre, a través de los años, tuvieron mucho que ver, para no terminar como los que regresaron de la guerra, alcohólicos o consumidos con otras drogas.  

“No hard drugs, sino las recetadas por psiquiatras que los convirtieron en adictos. Que de igual forma les afectaba la calidad de vida que llevaban. Muchos ya han muerto por esto”. 

En ese tiempo, su periodo de “recuperación”, si se le puede llamar así, fue largo. Quizás cinco o seis años cuando se terminaron las pesadillas y los dolores de las heridas, asegura Manuel. 

“En este aspecto, el haber estado envuelto en mi trabajo y mi interés de progresar me ayudó a mantener mi mente ocupada en otras tareas que no eran relacionadas con Vietnam”.  

Su trabajo en la oficina de Censo y Estadísticas 

Hacía 1970, Manuel Landívar empezó a trabajar como entrevistador en la oficina de Censo y Estadísticas. No obstante, aspiraba algún día a subir de rango. Para ello necesitaba tener una instrucción académica mejor y se inscribió en la universidad. 

Los estudios, añade, los supo aprovechar muy bien. El costo lo asumió el programa llamado GI Bill de los militares, que ayuda a los veteranos de guerra incapacitados a cubrir sus estudios. 

“Asistí a la universidad de la ciudad de Nueva York por las noches. Me tomó seis años conseguir el bachillerato en Matemáticas y Estadísticas. Pues tenía 42 años cuando me gradué”, relata.

Su logro, cuenta Manuel, se lo debe a Dios y a su esposa. Ella se dedicó a atender a la familia ciento por ciento cuando él salía a diario a trabajar y a estudiar. “Fui muy dedicado y por mi entusiasmo por estar a cargo de alguna agencia de Censos, aprendí muy bien”. 

Después trató de hacer un posgrado en Planificación Urbana (Uber planner), pero no lo consiguió, ya que las obligaciones del trabajo lo mantuvieron ocupado.

Él escaló poco a poco en su empleo. Pues en el año 2000 obtuvo el puesto de subdirector regional de Censos y Estadísticas. Tuvo a cargo 7 estados del sureste de los EE. UU.: Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Florida, Alabama, Tennessee y Luisiana.

“Fue un puesto de bastante envergadura y me dio muchas satisfacciones profesionales», indica Manuel. Don Francisco en el programa Sábado Gigante de la cadena Univisión lo entrevistó para charlar sobre el censo del 2010. También CNN, entre otras.

Después de haberse jubilado en 2010, Manuel fue llamado nuevamente para asistir con el censo del 2020 y ocupar el cargo de subdirector regional.

“Como subdirector son muchas las responsabilidades para listarlas. Pero, en general, la más importante obligación es la supervisión de las operaciones y el control del presupuesto”, menciona.

Durante 20 años se negó a hablar de la guerra

Veinte años después de luchar en la guerra de Vietnam, Manuel Landívar se atrevió a conversar al respecto. Antes lo hacía solo con sus amigos combatientes, porque ellos podían comprender acerca de lo que hablaban. 

Para él, era muy frustrante conversar de su experiencia en Vietnam con otros que no tenían idea del trauma que significa servir en combate y que solo les interesaba la información mórbida de que si mató a gente o no. 

“Fue ahora de viejo que me uní a un grupo (online) de amigos y de veteranos de guerra en Vietnam, para intercambiar anécdotas y fotos. “Solté la lengua” y estoy dispuesto a hablar de mi experiencia con ellos”.

A partir de sus 60 años, a Manuel le duelen las piernas y los hombros. Tiene artritis en esas áreas y el fantasma de la guerra apareció de nuevo en su vida, pero ya en otra dimensión. “Con mucha experiencia de haber aprendido a vivir con las restricciones que te dan esos malestares”.  

Manuel Landívar con ropa de soldado, casco y fusil

Narra que durante la guerra de Vietnam, el Ejército usó un defoliante (herbicida) que lo rociaban en el monte. Era para destruir la maleza y permitir que los helicópteros pudieran bajar a reabastecer a las tropas o a recoger heridos o material que se mandaba a reciclar, entre otras.  

“Este herbicida causó enfermedades y la muerte de veteranos de Vietnam. En especial, quienes estábamos en la jungla gran parte del tiempo”, recuerda Manuel Landívar.

Esto, agrega, se vino a descubrir años después, cuando se terminó la guerra porque los veteranos empezaron a desarrollar casos de cáncer, sobre todo, a los pulmones. 

Las investigaciones, dice, determinaron que el haber estado expuesto a este herbicida fue lo que estaba causando estas enfermedades. “A mí me dio cáncer de la tiroides, en 1982. Pero me recuperé con éxito”.

El patriotismo debe estar primero

Manuel Landivar y su grupo de combate en la guerra de Vietnam.

Manuel aconseja a quienes están pensando entrar a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos analizar la oportunidad económica.
Hoy en día, el salario de los soldados es muy bueno considerando los muchos beneficios que encuentran como vivienda y seguro médico familiar de primera.
También plantea que la oportunidad de aprender un oficio les ayudará para el resto de la vida. Sin embargo, por encima de esto, la mayor motivación siempre es servir a la patria. “El patriotismo debe estar primero, de lo contrario, nunca serán un buen soldado”.
Manuel Landívar concluye que se siente muy orgulloso de ser un jubilado feliz. Dedicó 50 años al servicio de los Estados Unidos, con el Ejército y con el Gobierno Federal. Un país que lo acogió cuando tuvo que dejar el Ecuador.

2 Comments
  • Posted by

    alexis

    Posted 13 febrero, 2022 12:25 am 0Likes

    Me encantó este artículo Sheylita

  • Posted by

    alexis

    Posted 15 febrero, 2022 6:25 pm 0Likes

    «El fantasma de la guerra apareció de nuevo en su vida, pero ya en otra dimensión…» Creo Sheylita que ésta línea es la más poderosa de tu artículo. Resume todo. Resume la vida de un hombre valiente que, por años, mantuvo sus memorias en el ropero, hasta hoy. Que puede compartir con otros como él y decirle al mundo lo que vivió y lo que aprendió. Y hoy está vivo y feliz para contarlo. Abrazos Sheylita desde Seattle USA

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