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En sánscrito la palabra yoga significa unión. Es un estado de mayor conciencia y presencia, de conexión con uno mismo y de bienestar mental y emocional, lo cual te lleva a tener una mejor relación con los demás.

Por Jackie Vargas

Juntas tus pies descalzos al principio del mat. Te encuentras de pie, con la espalda erguida y preparada para iniciar tu primera clase de yoga. No sabes muy bien de qué se trata y quizás piensas que será algo para relajarse, pero yoga se puede ver y vivir de distintas maneras.

Desde momentos que te hacen sentir incómodo y querer huir, hasta otros en los que solo quieres permanecer allí, en ti. Entonces el profesor comienza a hablar de la importancia de la respiración, te invita a que seas consciente de ella, y te acompaña a conectarla con cada movimiento.

Al principio, solo piensas en ejercitarte y ganar fuerza, pero de repente presencias cómo todos quienes están en la sala, de distintas edades y cuerpos, juntan sus manos en su corazón y cantan un vibrante “OM” para iniciar la práctica.

Te das cuenta de que algo diferente está sucediendo. Durante la clase experimentas distintas sensaciones: incertidumbre, novedad, emoción, esfuerzo, miedo, incomodidad, etc… Y te colocas en todas clases de asanas (posturas). Incluso llegas a hacer cosas que nunca hubieras pensado que harías. Y pese a que a veces se te hace difícil y retador, algo te mantiene en tu mat. Conectada a ti y al ahora.  Yoga es eso.

Yoga es un camino hacia la liberación

El yoga es una práctica de sanación más consciente del cuerpo y de la mente.

De acuerdo con su significado en sánscrito, la palabra yoga significa unión. Según Cándida Vivalda, profesora avanzada de Jivamukti Yoga (800hs) con formación en Mindfulness y Meditación, yoga es un camino hacia la liberación con una base filosófica fuerte y antigua.

“Esa liberación la podemos definir como un estado de mayor conciencia y presencia, de conexión con uno mismo y de bienestar mental y emocional, lo cual te lleva a tener una mejor relación con los demás. Y aquí no hace falta nada más, porque todo está en su sitio. Yoga es un estado en el que no hace falta nada”, contó Cándida.

Estos últimos años, el yoga se ha popularizado en occidente y algunas personas lo utilizan como su ejercicio físico, ya que aumenta la fuerza, el control del cuerpo, la flexibilidad, la coordinación y la estabilidad.

Cualquier tipo de ejercicio físico mejora la salud y previene enfermedades, pero Sharon Gannon, cofundadora de Jivamukti Yoga, en una entrevista, aseguró que el yoga no solo contribuye en la salud física, sino también en la mental y emocional, las cuales influyen directamente en el cuerpo, el autoconocimiento y las relaciones interpersonales. Esto es lo que la hace una disciplina integral y holística.

Esta disciplina, creada hace miles de años, está enfocada para que cualquier persona pueda realizarla sin importar la edad o sexo. Existen distintos tipos de yoga (Hatha, Ashtanga, Vinyasa, Jivamukti, Rocket, Kundalini, Bikram, etc.) y cada persona escoge el que más se conecta con su propósito. Además, yoga no es solo la práctica de asana, sino también la meditación, el canto de mantras, ejercicios de pranayama (respiración) y el estudio de la filosofía.

Cándida añadió que a través del yoga se puede lograr una mejor conexión con uno mismo y mayor presencia. “Empezamos por lo físico, nos movemos, nos respiramos y entonces, se produce una integración interior. Nos volvemos conscientes y la mente ya no se va tanto como solía hacer. Nos volvemos menos presos de nuestros altibajos emocionales, y la mente solo se convierte en un ancla para estar aquí presente”, señaló.

 “No me sanan los antidepresivos, ni las pastillas, sino el amor”

Marian Arce realiza yoga para sanar su cuerpo y su mente.

Según la filosofía, el yoga es un proceso largo, que requiere de mucha devoción, disciplina y compromiso. Marian Arce, de 55 años, lo ha tenido. Ella vive en Madrid y empezó yoga a finales de los años 80. En esa época experimentó una práctica intensa, pero al establecer una familia perdió consistencia.

“A veces esto hace que apartes un poco la práctica. No le das todo el tiempo porque tienes otras obligaciones. Esto me hace reflexionar acerca de la cultura y de la escasez de cuidados que nos podemos dar como personas y como mujeres por estas exigencias impuestas”, contó Marian.

Tras vivir una etapa estresante decidió retomarla. Primero quería coger fuerza y tono a través del pilates, porque le dolían las piernas, los pies y la espalda; pero no vio metas alcanzadas, por lo que se centró en yoga. Para Marian esto no es una actividad de dos días, sino un camino largo.

“Necesito darlo todo para ver algo de luz, porque lo mío se junta con problemas personales y físicos. Digamos que desde la menopausia, el climaterio te trastoca física y psíquicamente, y no te reconoces en tu cuerpo. Todo ese cóctel hizo que me comprometiera con la práctica. Además, tengo ciertas inclinaciones espirituales y me interesa conocer y entender los mecanismos de la vida”, agregó.

Su intención era activarse, pero sobre todo recuperar su salud, agilidad y calma mental. Se dio cuenta que “nadie te cuida, tienes que cuidarte tú”, y ella necesitaba sanarse. “No me sanan los antidepresivos, ni las pastillas, sino el amor… Y ese cuidado que me proveo.

Considero que como la práctica está muy controlada, pensada y guiada, a pesar de mis dolencias, no voy a tener lesiones”, dijo.

Si bien Marian, quien actualmente practica Hatha y Jivamukti, ha visto mejoras a nivel físico y de salud -tiene menos dolores-, el yoga la ha ayudado más a nivel psíquico: ahora es más consciente de su cuerpo y de su mente. “El sentir que estoy cuidando de mí misma  me crea una sensación de wellbeing (bienestar) infinita”:

Ella tiene un fin claro: aprender a meditar, ya que conoce los numerosos efectos positivos que la meditación tiene en el cerebro, demostrados a nivel científico.  “Me gustaría tener una vida espiritual para poder practicarla. Por eso creo que primero necesito cierto grado de actividad física y que mi cuerpo esté en un estado de salud bueno”, opinó.

 “Cuando practicas yoga puedes llegar a una conexión profunda contigo mismo”

Asimismo, Mariano Boj, de 47 años, quien empezó a practicar yoga durante el confinamiento, confiesa que ahora se siente en mayor contacto con sus emociones. Es más consciente de su cuerpo y de sus sentimientos, y eso lo ha enseñado a escucharse.

Según Cándida, esto se debe a que “cuando practicas yoga puedes llegar a una conexión profunda contigo mismo. Llegas a lugares que no tienen que ver con lo que puedes hacer a nivel físico, ni con los pensamientos, ni emociones pasajeras. Obtienes cierta sabiduría y llegas a un entendimiento más profundo de quiénes somos. Esto tiene que ver con esa parte de nuestra naturaleza que es común con todos los seres sintientes”.

Cándida cuenta que no existe una edad para practicar, porque no es un logro a nivel físico, sino más bien una forma de usar el cuerpo de una forma más amplia, lo cual te brinda conciencia, presencia y bienestar.

“El cuerpo almacena todo lo que hemos vivido, nuestras experiencias y traumas, y por eso desde el cuerpo puedo deshacer, desbloquear o eliminar”, aseguró Cándida: Por esta razón, siendo el yoga una práctica completa, tanto Cándida como Marian lo recomiendan a todo aquel que busque sanar su cuerpo y su alma.

 

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