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Hace tres meses mi padre murió a causa de una complicación renal provocada por la COVID-19. Era gordo, depresivo, tenía problemas respiratorios y se contagió por asistir a un familiar infectado con el virus que causa la enfermedad. He quedado con una gran tristeza. Tengo 29 años de edad y aún no puedo superar su partida. Me siento muy deprimida. Dígame, ¿cómo salgo de esta triste situación?

 

Margarita,

Santa Lucía, Guayas

RESPUESTA: La situación de Margarita forma parte de la consulta psiquiátrica y psicológica más común en la actualidad. La muerte por la COVID-19 puede dejar profundas huellas en la psiquis, expresadas en ansiedad o depresión.

La manera más generalizada de elaborar un duelo podría ser la propuesta por Klüber-Ross: negación-ira-negociación-depresión-aceptación. Sin embargo, el ser humano puede desarrollar fases propias en esta situación.

El duelo en tiempo de la COVID-19 nos presenta un alto riesgo de generar un tipo patológico o prolongado. La diferencia entre un desarrollo usual o inusual es el tiempo. Lo que podría resolverse entre 6 meses y 2 años. Incluso podría proyectarse a años.

La persona afectada puede quedarse atrapada en la desesperanza y la apatía. Además, en ocasiones podemos llegar a una disfunción familiar.

He tenido la oportunidad de observar rupturas de parejas y desórdenes conductuales en adolescentes. Ante la muerte de un hermano en la familia.

Lo inesperado y la prematura muerte crean serios desajustes en la dinámica familiar. Nos encontramos con malas relaciones de pareja, que incluso llegan al divorcio. Jóvenes con pobre autoestima y percepción de desesperanza con trastornos del ánimo.

En la situación referida. El padre de Margarita era una persona vulnerable que se expuso a un estado de alto riesgo.

Entonces los pensamientos irracionales, como debí haber impedido que mi padre atendiera a su familiar enfermo, debe hacerlo racional. Puesto que estaba ante un adulto con propias elecciones en las que ella no podía inferir.

El pensamiento (no impedí que visitara al enfermo con la COVID-19) y el fenómeno COVID-19 como un factor: inesperado y cruel (nos impidió realizar nuestros rituales de despedida). Lo convierte en una variable de riesgo alto para desarrollar un duelo patológico.

Es indispensable aceptar el dolor. Decir lo extraño y estoy enojada por su imprudencia. Después, hay que avanzar hasta el proceso final del duelo aceptando la realidad. Es decir, la muerte como parte de la existencia. Pero, no como toda nuestra  vida.

Además, tiene que pensar que su padre era un hombre con mucha bondad.

Los recursos psicológicos de afrontamiento nos permiten adaptarnos a nuevas formas de convivencia sana. En este caso, ante el recuerdo de la persona ausente que amamos.

Le sugiero desarrollar habilidades para hacer frente y mantener un control activo en su dolor, y reducir al mínimo el impacto negativo del duelo.

 

Para ello Margarita deberá:

1) Intentar disminuir la intensidad de la emoción con rituales como: escribir notas para el ser querido e introducirlas en globos inflados con helio, que volarán hasta un infinito visual. Con mensajes de lo que sentimos o no dijimos en su momento.

2) El almuerzo donde se recibe a la familia y amigos posteriores al funeral. Deja la percepción de compañía.

3) Los amigos y la familia en la tertulia nos ayudan a aprender a amar en forma diferente. Manteniendo vivo y trascendiendo los recuerdos compartidos con nuestro ser querido. Incluso se crean legados de amor a nuevas generaciones.

4) La actividad física nos ayuda a reparar nuestro ser biológico y provee bienestar.

5) Tenemos que aprender a vivir no desde la ausencia, sino por medio de una presencia vivida en el recuerdo, y confiando en nuestras capacidades. 

6) Se debe formar parte de actividades relajantes. Por ejemplo, la música, la pintura.

7) Hay que recurrir a la red de apoyo familiar y de amigos.

 

También nos preguntamos: ¿Qué hago con su ropa y sus pertenencias? 

1) Podríamos llamar a sus mejores amigos y familiares para preguntarles ¿qué les gustaría tener?

2) Podemos recuperarnos de un duelo entre 6 meses y 1 año. Pero si la tristeza nos invalida vivir después de dos meses de iniciado. Se podría sospechar que va a evolucionar como un duelo prolongado. Que se puede expresar como depresión.

3) La depresión se manifiesta con pérdida del interés por salir o por hacer actividades que antes disfrutaba. Incluso hay pérdida del sueño, fatiga e irritabilidad. No hay que olvidar que nuestros ritmos de adaptación son diferentes.

4) Hay que pensar que no hay mejor compañía que la de uno mismo.

5) Debe escuchar una buena música, escribir una carta a un amigo, dar vida a una página en blanco, ver florecer las flores de nuestro jardín o de la maceta en su cocina.

6) Puede preparar un postre y llevárselo a la vecina que sabemos vive sola. O visitar a un anciano desconocido y apadrinar su soledad.

 

Recuerde: 

La humanidad está enfrentando un fenómeno colectivo, expresado en la individualidad y como factor común: el miedo y la soledad.

 

Dra. María Luisa Meneses Guevara,

psiquiatra, diplomada en Docencia Superior y máster en neurociencias.

Email: mlmenesesg@hotmail.com

 

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