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Geriatra y gerontólogo, maestro universitario y voluntario con 42 años al servicio del envejeciente y va para largo. Solo se ha jubilado de la docencia.  

Por Cecilia Alvarado

Ser voluntario para unos es un trampolín para conseguir un empleo. Para otros, el puente para adquirir experiencia. Para el doctor Aldo Antonio Guevara D’Aniello, es una oportunidad para aplicar e intervenir en la sociedad con las dos ramas de su especialidad.

Aldo Guevara es geriatra gerontólogo y lleva 39 años de voluntario en el asilo Carlos Luis Plaza Dañín, donde continúa “hasta que Dios lo permita”. Solo se ha jubilado de la docencia en la Universidad Católica, donde daba clases a los estudiantes de Medicina por 28 años.  

A esos 39 años de voluntariado él le suma tres años de prácticas preprofesionales en hospitales de Florencia, Italia, donde estudió su carrera, en unidades gerontológicas, centros diurnos y en la Universidad de la Edad Libre. En total dice que lleva 42 años inmerso en el mundo del envejeciente.

Atiende a sus pacientes en su consultorio de Colón y Boyacá. Allí estuve. Llegué con unos minutos después de las 3 pm. No sabía que una de sus virtudes es la puntualidad. Pese a ello, su trato amable y su mirada transparente y directa, casi que sonríe con los ojos, se mantuvo todo el tiempo que duró la entrevista.

Prefiere dar el ejemplo que ser el primero

El doctor Aldo Guevara D' Aniello mientas hace una visita a sus pacientes en el
El doctor Aldo Guevara D’ Aniello conversa con los ancianos en el asilo Carlos Luis Plaza Dañín.

Nació en Guayaquil, en julio de 1951. Antes de empezar en el asilo Plaza Dañín fue el primer voluntario en una agrupación llamada Voluntariado de Ancianos. Y esto de ser el primero ha dejado de ser importante cuando prefiere dar el ejemplo.

Ser voluntario implica un gran compromiso y entrega. El voluntariado es un “trabajo” que realizan las personas sin ningún tipo de beneficio extrínseco a cambio, es decir, no implica salario ni beneficios de otra índole. El altruismo es una característica de las personas voluntarias, sostiene Aldo.

Aldo considera, además, que ser voluntario es una expresión de servicio comunitario sin inhibiciones y sin trabas. Por eso es por lo que le ha entregado gran parte de su vida. Aunque asegura que mayor es el tiempo dedicado a su profesión. De lo cual está inmensamente agradecido con Dios “porque me concedió tantas oportunidades para ser útil a la colectividad”.

Escasos especialistas en el país

Siendo muy joven, dos situaciones lo condujeron a la atención de los adultos mayores: la primera cuando estaba en 5.° año de Medicina: “Decidí hacer la especialidad de  Geriatría porque en la práctica veía que no había especialistas en el país. La segunda, porque mi abuela materna envejecía de la peor manera”, cuenta.

En 1976, llegó a Vilcabamba un grupo de investigadores de la Escuela de Gerontología y Geriatría de la Universidad de Florencia, para dejar una beca en el IECE que a él le interesaba. No obstante, cuando fue a pedirla le informaron que debía graduarse de médico para concursar.

En diciembre de 1977, cuando se gradúa, ya la habían retirado porque nadie optó por ella. Así que mientras hacía la rural escribía solicitando información al IECE.  No le quedó más que optar por un crédito y la ayuda de su padre y los hermanos de su madre.

Fue un camino largo y duro, dice, propio para desanimar a cualquiera. Con todo y eso viajó a Italia a dar el examen de admisión y regresó con el documento para tramitar el crédito. “Un camino lleno de eventos que hoy son anécdotas, pero que en su momento fue un problema inesperado, agrega.

La anécdota que marcó su vida

La anécdota que marcó su vida es la del sorteo de la Medicatura Rural. Cuando le tocó escoger un lugar que estaba en el listado de plazas en la Provincia de Pichincha, eligió el Subcentro de Salud de Pedro Vicente Maldonado, porque creyó que era como el de Cotocollao, en lugar de oír al director de la Medicatura Rural que le aconsejaba el hospital de Ibarra.

Cuando fue a conocer su puesto de trabajo, encontró que había que subir y bajar la montaña. Estaba en el noroccidente de la provincia. No había agua, luz ni teléfono. Todavía no era ni parroquia. 

Asegura que aprendió no hay que elegir con base en suposiciones. También aprendió a ser su propio jefe, a aplicar los programas de salud en esa zona y a escuchar la voz de la experiencia para tomar decisiones importantes en la vida.

Escribió en El Universo

El médico Aldo Guevara D' Aniello escribió en diario El Universo.
Foto: De Przemyslaw Trojan en Pixabay.

Una de sus aficiones es escribir. Y lo hizo en su columna ‘El pulso del tiempo’, durante 15 años, en diario El Universo. “Me gustaba lo que escribía en El Universo”.  -¿Por qué dejó de escribir?-

-Porque se retiró mi «padrino» Francisco Pérez Febres-Cordero en 1997. Escribí desde que estaba en Italia y continué al retornar.

“La columna se llamaba ‘El pulso del tiempo’ porque eso era lo que hacía, pulsear los eventos que tenían repercusión en los dueños del tiempo: los envejecientes y envejecidos”.

Su cabello es negro y se cuida una barba del mismo color que se la retoca de vez en cuando. La edad que nunca mencionó no se le nota. -Así dicen-. Pero yo sí me veo en el espejo y noto las diferencias del paso del tiempo. Es otro de los dones de Dios. Y es que la vida es un don de Dios para Aldo, así como el envejecimiento armónico.

Asegura que su mayor afición es escribir y en ese sentido le hubiera gustado recopilar unos cuantos relatos para publicarlos en un libro. Así como los artículos de la columna semanal publicados en El Universo durante 15 años

Las rutinas y los amigos

Mis rutinas son salir diariamente a mi consulta mañana y tarde. Con las restricciones, los horarios se alteraron y el edificio de la consulta se cierra a las 6 pm. Retorno a casa a esa hora y leo o escribo hasta las 10 pm. Duermo hasta las 5 y 45 am.

Los fines de semana me dedico a ver películas que hago grabar, en especial las que fueron candidatas al Óscar. Antes de la pandemia viajaba únicamente en los feriados. Porque esa es una de mis satisfacciones, conocer lugares. Me agrada viajar y experimentar en vivo y en directo lo que se dice de ciertos lugares en el planeta que fueron parte de la construcción de nuestra historia.

Los amigos, para él, son esa familia no consanguínea que nos ganamos en el camino de la existencia. Son un premio inmerecido que nos saca de apuros espirituales o materiales. Son los fondos de reserva y los intereses que nos protegerán en la vejez.

La pasión por la Gerontología

El doctor Aldo Guevara mientras atiende a un paciente.

En realidad, su pasión es la Gerontología.  Porque, valga la oportunidad de aclararlo, la Gerontología es el estudio del fenómeno y del proceso del envejecimiento a través de distintos puntos de vista o disciplinas: sociología, biología, psicología, arquitectura, química, filosofía y un largo etcétera.

En cambio, la Geriatría es únicamente la medicina interna de los ultrasexagenarios. Evidentemente, ambas carreras son primas hermanas, se necesitan una a la otra. Pero un arquitecto jamás podrá curar ni un cólico intestinal en el añoso. Pero un médico geriatra sí puede sugerir cambios en un piso, en el diseño de los muebles, en la estructura del inodoro, etc.

Esa amplitud de la Gerontología que da mayor capacidad de contribución al bienestar del envejeciente es lo que la hace atractiva y llena sus expectativas.

No hay nada que le quite el sueño

Singapur y Dubái son solo dos de los sitios que ha visitado en el mundo que lo han dejado maravillado hasta ahora. Quedó deslumbrado por el orden en Singapur, la limpieza y la  ausencia de delincuencia. “Me impresionó que se pueden alquilar bicicletas en una aplicación en el celular y retirarlas en los estacionamientos indicados en muchas esquinas”.

Estaba tan impresionado que la guía le preguntó la razón, a lo que le contestó: porque en mi país se roban hasta los soportes del parqueo. Y ella muy tranquila me acotó que allá no, porque la primera vez el ladrón va a la cárcel y la segunda le aplican la pena de muerte.

Lo mismo sucede con la basura. No hay un papel en el suelo. La guía recogía los restos de lo que comían los turistas en los paseos en centros comerciales porque incluso podía perder su licencia de trabajo. Luego, dice sentirse asombrado por la tranquilidad para moverse sin miedo a ser asaltado.

Así como su edad, Aldo tiene un carácter fuerte que no se le nota. A cada historia de su vida que cuenta y a cada pregunta que responde le añade una sonrisa. Confiesa que es estricto y disciplinado porque es perfeccionista.

“Como me exijo yo exijo a los demás”, añade. De allí que le gustan las cosas rectas y se enoja cuando algo no sale como estaba previsto. Confiesa que sí tiene paciencia, no obstante, es muy limitada.

De eso y más nos cuenta Clara Ruiz Paredes, la enfermera del asilo Carlos Luis Plaza Dañín, que ya está jubilada y era la encargada de llevar a los pacientes en silla de ruedas y que estaban delicados de salud.

Según Clara Ruiz, el doctor Guevara es un buen médico. Habla con los pacientes y con los familiares que los acompañaban. Les pregunta todo y Los revisa minuciosamente. Después procedía a recetar a los ancianitos. Ellos se restablecían enseguida.

Su misión de vida

También, la licenciada Nora Carrera Rojas, que lo conoce muy bien y ha trabajado con él en la Universidad Católica, en el Voluntariado de Ancianos y en la Fundación Pro Senex, lo describe como íntegro, proactivo, transparente, honesto, leal y audaz. 

Lo de audaz lo tiene porque supo utilizar de buena manera su entorno al iniciar su misión de vida como especialista, persona y amigo, hace mucho tiempo, sostiene Carrera Rojas.

De acuerdo con Nora Carrera, al llegar a Guayaquil, Ecuador, en 1984, Aldo inicia su proyecto de educar, dar a conocer cómo envejecer y orientar a esa población a la que nadie le prestaba mucha atención. Una labor pionera en Guayaquil y duro trabajo para el que también es pionero de la Gerontología y Geriatría en el país.

La licenciada Nora Carrera relata que Aldo Guevara no solo es su médico, es su amigo y “si estoy envejeciendo tan bien es por su guía”, añade su amiga Nora para quien Aldo siempre es el mismo.

Católico y practicante

Al doctor Aldo Guevara D' Aniello es católico.
Foto: Freepik

Es católico y practicante, va a misa y lee la Biblia. Y también conoce algunos lugares sagrados. Cada visita efectuada a esos sitios sagrados ha sentido una corriente eléctrica que comienza en las manos y recorre todo el cuerpo. 

Cree que la Biblia es la palabra de Dios porque sigue siendo actual. “Todos los días estamos viviendo lo que dice la Biblia y lo que decía la Virgen sobre la gran tribulación, afirma.

En sus viajes, por ejemplo, cuando conoce a Juan Pablo II en 1982 fue en un Congreso por la Sociedad Italiana de Gerontólogos que duró varios días. 

Descarga eléctrica al dar la mano al papa

Cuando el papa Juan Pablo II llega al lugar donde estaba Aldo. Este hace el protocolo de saludo y le besa el anillo, y fue al darle la mano cuando siente la descarga eléctrica. “No sé si es unción lo que tienen o él era extraterrestre”, dice sobre ese momento.

Asegura que esa descarga también la ha sentido en la casa de Santa Ana, en Israel, en el lago de Nazareth, donde predicaba Jesús. Que no era en la barcaza de Jesús, sino en un barco. “Pero esa agua tiene algo y no todo el mundo lo siente”.

La tercera vez que siente la descarga fue en abril del 2012, en la piedra donde amortajaron el cuerpo de Jesús. “Fui en un tour y hacía todo lo que la gente hacía. Me arrodillé, puse las dos manos en la piedra. Y a lo que asienta las manos siente el corrimiento total. Afirma que allí hay energías, “algo sobrenatural en todo ese sitio”.

El cartel que decía piedra donde se amortajó el cuerpo de Jesús antes de sepultarlo estaba detrás de mí. Por lo tanto, no sabía qué sitio era ese donde coloqué las manos.

Su incursión en el sector público

En 1992 incursiona en el sector público como director nacional de Gerontología, en un periodo que duró meses. La ministra de Bienestar Social, Mariana Argudo (+), del Gobierno de Sixto Durán-Ballén, le pidió su colaboración. Salió del Gobierno cuando se enteraron de la enfermedad de la ministra.

Del 2015 al 2016 fue nombrado el geriatra del Gerontológico Municipal Arsenio Marcillo, que queda por el centro comercial Albán Borja.

Buena salud 

Con el favor de Dios mi salud es buena, dice. En enero del 2022 cuenta que le dio un covid ligero tipo faringitis, como la gripe que le daba en la época docente, sin fiebre ni malestar. Duró 3 días. Dudaba de que fuera coronavirus y para comprobar se hizo la prueba cuantitativa a los 11 días del inicio de los síntomas. 

“Coincidente con la sintomatología no había ya virus, pero sí anticuerpos, tampoco en gran cantidad, pero evidenciaba que hubo infección leve. Dios y el Birm (el que receto hace más de 20 años) me protegieron”, manifiesta.

Buen estudiante

La primaria y secundaria las hizo en el colegio San José La Salle, donde siempre fue buen estudiante (escolta del abanderado). Tiene ascendencia italiana por el abuelo materno y no se ha casado. Está jubilado únicamente de la docencia. Sigue ejerciendo en su consultorio privado.

Hoy en día brinda talleres de autocuidado, desarrollo personal, nutrición, teatro leído, pintura y bisutería, dirigido a los ancianos o personas de la tercera edad que lo deseen. Se utiliza la autogestión, pues los talleres cuestan desde 10 dólares.

La vejez no es atractiva

Piensa que la vejez, como es una etapa de pérdidas, no es atractiva. Peor la vejez patológica. Hay grandes diferencias en cuanto a envejecimiento: el masculino, el femenino y el cerebral. El envejecimiento cerebral debe diferenciarse del Alzheimer y de la demencia senil.

Las mujeres siempre tienen algo que hacer. Y se preocupan cómo va a ser su deterioro y cómo prolongar su vida activa. Por eso los Centros Diurnos están llenos de señoras al igual que los consultorios geriátricos. Además, las mujeres viven más y definitivamente mejor que los hombres.

Ancianos manejan celular.
Foto: De A Koolshooter de Pexels.

Por el contrario, el hombre se jubila. Se sienta a ver televisión y en ocasiones a ir con los amigos, pero no le interesa mantener una rutina activa física e intelectual. Cuando un hombre va al consultorio es porque lo trae la esposa o hijos, si él viene solo es porque tiene problemas de cama, que es lo único que le preocupa al varón. 

Sobre el título de un trabajo que hizo: La vejez no existe, dice: Ese es un trabajo cuyo título proviene de una entrevista que le hicieron al Prof. Antonini, nuestro director, y que constituyó una de las tesis mensuales que había que realizar dentro del posgrado en la parte gerontológica.

En síntesis, consiste en rebatir los criterios errados del proceso del envejecimiento concluyendo que no existe la vejez. Por ejemplo:  Se dice que en la vejez no se puede aprender, pero vemos que hay ultrasexagenarios que hasta estudian una carrera, que pueden hacer ejercicios, etc.

Pocos profesionales en la atención del adulto mayor

No hay muchos gerontólogos en el país. Al menos gente que haya estudiado Gerontología no. Se autotitulan gerontólogos y geriatras, seguimos siendo pocos. Por dos motivos fundamentales: El viejo no tiene plata. Atender a una persona mayor a mí me implica una hora. Siempre me implicó desde que llegué de Europa y así me enseñaron.

El paciente me habla, es un viejo guerrero que tiene ‘cien mil enfermedades’ hasta que llegamos a la actual. En una hora como mínimo logra saber qué tiene. La primera cita es a veces mayor. Primero escucha la historia, de allí empieza a hacer el examen físico. “Primero necesito paciencia y la medicina actual es rapidita”.

Hoy en día los médicos ni tocan al paciente. Se sientan, escriben en la computadora, apenas escuchan lo que dice el paciente y recetan. Al priorizar la tecnología digital, el nuevo profesional disminuye la relación médico-paciente, tan importante en la atención de los envejecientes.

Tercera cosa, el anciano no tiene plata. Entonces, si usted pone precios descomunales, nadie lo va a consultar. La Geriatría no es negocio.

Quién quiere ser médico de viejos

El geriatra Aldo Guevara D' Aniello dice que nadie quiere ser médico de viejos.

Ahora, todo el mundo me dice: tú nunca te pusiste una buena residencia, un buen hospicio de esos como el que eres voluntario. Porque eso es un dolor de cabeza. No es un negocio. La vejez se oculta, se desecha, como todo lo viejo.

Los zapatos viejos se botan. Un tío viejo lo esconden. Pues quién le va a pagar. Si no tiene jubilación, está fregado. Las pensiones jubilares no son una maravilla. La vejez es un estorbo entre comillas. Entonces, quién quiere ser médico de viejos. Nunca nadie quiso.

Entonces, es mejor para muchos hacer una especialidad que necesariamente sea consultada por envejecientes y después de un tiempo de ejercicio autoproclamarse geriatra.

El consultorio del geriatra

En el centro de Guayaquil, su consultorio es grande. En esa esquina de Colón y Boyacá el ruido de los carros en las horas pico es tremendo. Lejos del ruido, el lugar es acogedor, sencillo y cada cosa tiene su espacio. 

En la sala de espera hay cómo entretenerse. Allí está el rincón de las pinturas. Hermosos cuadros firmados por pintores conocidos y algunos que sus pacientes le han obsequiado.

Entrando hacia donde está su escritorio, a la derecha, en la pared, están sus reconocimientos, así como medallas. Algunos los recibió de la Universidad Católica, y de diferentes instituciones y fundaciones.

Frente al escritorio tiene una pintura de Yela Lofredo (+), de la que contó una hermosa historia. La camilla médica está a la entrada. 

La frase con la que se identifica

La vida es un don de Dios y una longevidad armónica es la parte más importante y alcanzable de ese don, al que todos debemos aspirar.

1 Comentario
  • Publicado por

    Juan Daniel Calero Solís

    Posted 29 enero, 2023 1:05 pm 0Likes

    Es una extraordinaria entrevista que logra retratar al doctor Aldo Guevara D’Aniello. Un médico especializado en Geriatría y Gerontología, que continúa aportando con su musión: mejorar la calidad de vida de los envejecientes (empleo este término que con acierto utiliza el Dr. Guevara D’Aniello). Un intelectual y escritor. Un gran ser humano.

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