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Raúl Sánchez McMillan dictando una clase de drama. Foto: Cortesía Estudio Paulsen.

“Estudiar teatro es experimentar la vida desde otro punto de vista. Nos ayuda como humanos”, dice Raúl Sánchez McMillan, actor y profesor de drama en el Estudio Paulsen de Artes Escénicas de Guayaquil.

Por Sheyla Mosquera

La persona que estudia teatro no solo conecta con la gente, sino que abre su mente a otras realidades. Incluso descubre cómo se siente y se comporta.

Raúl Sánchez McMillan es actor y maestro de drama en el Estudio Paulsen de Artes Escénicas de Guayaquil. Y es quien nos conducirá hacia el significado de esta disciplina artística.

Raúl Sánchez McMillan en el barrio Las Peñas en Guayaquil.El teatro es un arte y su origen es de rito y juego. El juego como medio para la exploración de algo que luego se convierte en un ritual comunicativo.

“La capacidad de juego la tenemos al poco tiempo después de nacer. Y se puede incentivar esa habilidad de juego desde entonces”.

Para que ese juego sea entendido y aplicado luego como ritual comunicativo. El estudiante de teatro necesita tener edad suficiente para aplicar la herramienta del juego a nivel más elaborado.

“Mi especialidad no son los niños. Yo he enseñado, sobre todo, a adultos”, dice.

El teatro es el arte del comportamiento humano

Para encarnar un personaje (hacer carne un nuevo carácter) es imprescindible estudiar el origen de la conducta humana. Esto es para trabajar sobre ese origen y no sobre el resultado.

Hay una concepción errónea de la actuación, como la habilidad de reproducir emociones, según Sánchez McMillan. En realidad, el actor no trabaja su capacidad de emocionarse, sino en su vivencia de una ficción. “A tal punto de profundidad, que afecte su experiencia de maneras, que le sirven a la historia que se cuenta”.

Por lo tanto, “ser actor y no estudiar a la humanidad, es un despropósito”, asegura.

La técnica de Sanford Meisner es muy útil

 

Raúl Sánchez McMillan parado entre dos actores en un escenario de teatro.

Sánchez McMillan siempre deja en claro que no existe una técnica de actuación que sea la mejor entre todas. Pues, al fin y al cabo, un actor no debe hacer despliegue de su técnica en escena, sino más bien rendirse a la experiencia de estar presente. Sin importar la técnica que use.

Por eso, dice el profesor, encuentra la técnica de Sanford Meisner muy útil en ese sentido, ya que se enfoca en estar presente. Meisner creó un ejercicio que llamó Repetición, que entrena la escucha, que ancla al presente.

“Este ejercicio lo siento muy conectado con la meditación y el Mindfulness (Conciencia plena). Aunque ese no fue su fin al crearlo, no deja de tener beneficios secundarios en el bienestar de la persona que lo practica”.

¿Aprender teatro eleva la autoestima? El actor considera que las inseguridades nacen por la sensación de ser observados y/o juzgados por un ojo externo. Por ello, “creemos que debemos adaptar nuestra vida a favor de satisfacer esa mirada para sentirnos aceptados y parte de algo”.

Lo curioso, agrega Sánchez McMillan, es que el actor está sumamente expuesto. No solo por la mirada del público, sino porque se atreve a ser vulnerable ante dicha mirada. En ese sentido, es un gran entrenamiento que podría ser llevado a la vida.

“El permitirse ser vulnerable y verdadero, independientemente que te estén mirando. En otras palabras, baila como si no te estuvieran mirando”.

El teatro es arte y, como otras disciplinas artísticas, es fundamental para la liberación creativa, dice el actor. ¿Por qué razón? Porque nos invita a usar nuestra mirada concreta como punto de partida a la creación libre de un concepto más abstracto.

En otras palabras, el arte libera creatividad, endorfinas y sumerge a un estado de flujo. “Muy taoísta, a decir verdad”.

¿A quién Raúl Sánchez McMillan recomienda estudiar teatro?

El profesor de teatro Raul Sanchez con un alumno.

Raúl Sánchez McMillan recomienda estudiar teatro a todas las personas, quieran o no ser actores.

Él pone de ejemplo a la natación. La mayoría de la gente sabe sobre los beneficios de este deporte. Y quizás hasta se han metido a un curso, pero no porque aspiran a ir a las olimpiadas necesariamente, sino porque nos favorece para la salud.

“Lo mismo es con el arte. Y si luego quieres llevarlo profesionalmente, en buena hora. Pero me parece una disciplina vital para toda persona”.

No obstante, dice Sánchez McMillan, él no ofrece el arte del teatro como terapia, porque no es terapeuta. Lo que el arte hace, agrega, es que te mires y mires el mundo desde otra perspectiva.

Es decir, “que esta mirada tenga beneficios terapéuticos secundarios, en buena hora. Pero, no descarto ni reemplazo el ir a terapia con el arte. Pues, sí he visto casos en los que el teatro ha beneficiado mucho la salud mental de la persona”.

También refiere que cada individuo viene con una mochila distinta (se refiere a traumas o problemas). Por eso, su máxima ambición como profesor de actuación, no es que curen sus heridas psicológicas, pero que encuentren en el teatro una filosofía práctica (ética y hasta, por qué no, espiritual) que apliquen en la escena y también en la vida.

Estudiar teatro abre la mente a otras realidades. Honestamente, más que psicológicamente, el teatro nos ayuda como humanos. A ser más empáticos, a deshacernos del juicio, a escuchar, a estar presentes y a ser más compasivos. El crecimiento personal no es solo psicológico. Es humano”.

Dice también que el cuerpo es la herramienta pilar del actor. Por eso, para actuar hay que cuidarlo, entrenarlo y prepararlo. Y sumado a eso, “en el hacer teatral, el uso del cuerpo puede ser muy exigente, más que por alguna pirueta o movimiento complejo, por tener el cuerpo presente”.

En la actualidad, Raúl Sánchez McMillan está realizando una investigación personal sobre filosofías orientales y espirituales, aplicadas de forma práctica en la técnica para el actor. “Es un trabajo vivencial. Por lo tanto, tenemos que entender la complejidad de la vida y saber transitarla”, concluye.

Nota: El Estudio Paulsen está localizado en el barrio Las Peñas, calle Numa Pompilio Llona 195, en Guayaquil. 

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