25 01

Sonia Manzano Vela, poeta, narradora y pianista. Foto: Sheyla Mosquera.

“Fui tan romántica y tan apasionada que me convertí en la heroína de lo que leía. Incluso hice que corriera rápido el carrete de mi vida”.

Por Sheyla Mosquera

Sonia Manzano Vela es una reconocida poeta, narradora y pianista ecuatoriana. Ha escrito trece poemarios, cuatro novelas, dos cuentarios y una multitud de comentarios literarios y ensayos.

También ha sido premiada y galardonada. Todos sus logros se deben en parte al arte que lleva en sus genes y que le enseñó a ser fuerte y a la vez sensible.

Nació en Guayaquil, el 27 de febrero de 1947, y creció en un hogar de artistas. Más la educación que recibió la convirtió en una mujer, segura de sí misma, trabajadora y llena de esperanza.

Ella es sencilla, de baja estatura, con voz suave y educada. La conocí en el matrimonio de su nieta Ariadna Villacrés Barreiro, en octubre pasado. Eran casi las 20:00 y estaba sentada viendo cómo los invitados se tomaban fotos junto al pastel de boda.

En ese momento supe que debía sacar una cita para entrevistarla. Se lo pedí y aceptó gustosa. Pero recién este mes, enero 14 de 2023, pudimos vernos y conversar. Me interesó mostrar su lado humano y saber cómo el arte influye en en el carácter una persona.

A sus 75 años aún se plantea metas. Aunque no siempre las consigue o culmina de manera exitosa. Según dice, lo que cuenta es estar en pie de lucha para conquistarlas.

Su vena de artista viene de su madre, Carmen Vela de Manzano, quien fue pianista, narradora, poeta y maestra.

Sonia la describe como una mujer soñadora, que no fue terrena, sino etérea, que siempre estaba viviendo entre la poesía, la música y la lectura.

 

Sonia Manzano Vela con sus padres y hermanos en el parque La Alameda en Quito.
Adelante: Norka (iz), Ibsen, Sonia (con suéter) y Jorge. Atrás: Dra. María Georgina Vela (tía), Elina, la pianista Carmen Vela de Manzano (madre) y el Dr. Jorge Manzano Escalante (padre).

Mi madre me insufló amor por el arte. Y, creo yo, me hizo fuerte de carácter y sensible. Incluso a mis cuatro hermanos: Elina, Jorge, Norka e Ibsen. Soy la tercera”.

De su padre, cuenta, también adquirió la vocación de maestra y la pasión por la lectura. El doctor Jorge Manzano Escalante fue un educador, abogado e incluso apreciaba el arte.

Sonia recuerda que de niña era una “diablilla”. Se escapaba de la escuela para ir a leer. Lo hacía cuando le tocaba asistir a clases de matemáticas porque no le atraían, sino el idioma nacional y la historia.

La escuela quedaba en su propia casa y era de su padre. Se llamaba Coronel Luis Vargas Torres y estaba ubicada en el barrio del Astillero, en las calles Letamendi y Maldonado.

“Mis escapes eran por una ventana que daba a la calle. Luego iba por la escalera a la segunda planta, donde estaba nuestro dormitorio comunitario. Ahí vivía con mis padres y hermanos”.

En ese lugar, indica, se escondía en un ropero de madera para leer cuanto libro caía en sus manos. Se sentaba y dejaba la puerta entreabierta. 

“Mis padres, aunque fomentaban la lectura, me llamaban la atención. No estaba bien que utilizara las horas de clase para ir a leer”.

Sonia leía los primeros libros que le regaló su padre: El Libro de Oro de los Niños y la Enciclopedia Uthea, eran varios tomos. 

“Por ello, obtuve un cierto grado de cultura bastante apreciable, al igual que mis hermanos. Nosotros no éramos el común denominador de los niños y jóvenes de esa época”.

En la casa, también su mamá le enseñaba música. Pero, cuando cumplió 7 años, la inscribió en la desaparecida Academia Santa Cecilia y en el Conservatorio Nacional de Música Antonio Neumane.

Asimismo, estudió la secundaria en el colegio que fundó su padre. Primero se llamó Eloy Alfaro y luego 5 de Junio. Posteriormente, en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad de Guayaquil. Y, después, obtuvo un doctorado en Literatura.

Primero me enamoré de la literatura que escuché

La pianista Sonia Manzano sentada frente al piano.
Sonia no concibe la idea de separarse de la literatura, ni de la música.

Sonia siempre escuchaba a Elina declamar. Su hermana mayor, pianista y pedagoga, recitaba poemas de figuras consagradas de la lírica como Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y Rubén Darío.

Elina era una gran declamadora e hizo enamorarme de la palabra. Por eso, primero me enamoré de la literatura que escuché, antes que de la literatura leída”.

Después, dice, su pasión por las letras las ha ido alimentando a través de los años. No concibe la idea de separarse de la literatura, ni de la música. Tiene una biblioteca con más de 4 mil libros y algunos aún no los ha leído.

Cuenta, asimismo, que le apasiona lo que le conmociona. Pues aquello que no le produce ningún tipo de reacción, lo descarta. 

“A mí tiene que golpearme fuertemente lo que veo, escucho y leo, para poder transformarlo en literatura”.

Revela que producía poemas antes de saber escribir. Le encantaba hacer rimas. Luego, se las mostraba a su madre, quien la estimulaba para que siguiera escribiendo.

Su mamá fue su musa, asegura. Siempre apoyó mi creación literaria, creyó en mi talento. Me decía que estaba muy bien”.

En ese tiempo, menciona, había quienes pensaban que copiaba los poemas porque los veían bastante estructurados. “Pero no fue verdad. A mí nunca me gustó plagiar e imitar a ningún escritor”.

No obstante, su habilidad para crear poemas se debe al conocimiento que su madre le inculcó de los poetas modernistas. Medardo Ángel Silva, por ejemplo, es uno de los nombres que más incidencia ha tenido en su vocación como escritora.

“Él siempre me pareció y me parecerá, sin exagerar, un genio de la literatura. Una persona que tenía un gran dominio del lenguaje y la capacidad para expresar sentimientos intensos a través de la palabra”.

Sonia Manzano Vela no cree en los gritos, ni en los aullidos de dolor

A Sonia no le gusta llorar. Es poco afecta a ese tipo de expresiones, dice. Pues considera que la tristeza más triste, es aquella que no se percibe.

“No creo en los gritos, ni en los aullidos de dolor. Pienso más vale, en un silencio sereno. En un silencio sin lágrimas. Como lo expresó, una vez, un poeta argentino al referirse a una niña que lloraba con silencio sin lágrimas. Ese es el silencio más doloroso que se puede concebir”.

Revela que posee una sensibilidad a flor de piel. Como todos los artistas, menciona, sean músicos, escritores, entre otros, que receptan los sentimientos de quienes producen las obras.

“Si alguien, por ejemplo, está tocando piano e interpretando a Frédéric Chopin, no lo hace de forma mecánica, sino receptando el romanticismo que el autor sintió cuando creó la composición”.

El arte, dice, se alimenta de una gama inmensa de sentimientos. “Y esa sensibilidad que transmite nos transforma en mejores seres humanos”.

Sonia se casó a los 16

Sonia Manzano con sus hijos y nietos sentados alrededor de la mesa.
Sonia Manzano con su grupo familiar.

Sonia Manzano Vela tenía 16 años de edad cuando se casó con Eduardo Villacrés Columbus, de 22. Un hombre alto (1,80 m),  apuesto y con una personalidad simpática.

Él, dice, no era tan dado a expresarse de manera literaria, sino más bien por gestos amables y cordiales, que revelaban el afecto que sentía por ella. Su unión duró 40 años, hasta que se separaron y mantuvieron una relación cordial.

“Fui tan romántica y tan apasionada, que me convertí en la heroína de lo que leía. Incluso hice que corriera rápido el carrete de mi vida”.

Sonia y Eduardo tuvieron tres hijos: Eduardo, Javier y Sonia Leonor. Después, la familia aumentó a siete nietos (pianistas, escritores,  profesores…) y una bisnieta.

“Alguien dijo, una vez, que el mayor invento que hizo Dios para la vejez fue el que nos dio nietos. Para mí, es una maravilla tenerlos”.

Sus hijos, agrega, manejan dos instituciones importantes de la familia: La Unidad Educativa Integral Sudamericano (UEIS), dirigida por Eduardo, y el Tecnológico Superior Sudamericano (Tecsu), a cargo de Javier y Sonia Leonor

Los enojos y agrados

A Sonia la injusticia la saca de casillas. Cuando la ve, no se reprime para protestar. Piensa, que esa capacidad de reacción, le está faltando al ser humano porque permanece impasible ante el dolor de los demás. “Uno debe saber ponerse en los zapatos del otro y así reaccionar”.

Tampoco soporta a las personas tóxicas. Les huye, aunque primero trata de ayudarlas. Son seres que se empecinan en clavarse un puñal. “Siempre transmiten penas, dolores, traumas, frustraciones y no permiten avanzar”.

También, agrega, le teme a las personas agresivas. En cambio, le atrae la gente positiva, optimista y que brinda esperanza. “Son un paliativo, un bálsamo, que da consuelo y no desesperanza”.

 

 “Nunca dejaré de ser auténtica y una escritora”, dice Sonia Manzano Vela

 

Dos obras literarias de Sonia Manzano Vela.

 

Sonia, en una ocasión, se dijo a sí misma: “Si quiero ser escritora, no lo haré por momentitos o cuando me venga en ganas. Tengo que hacerlo siempre con disciplina y seriedad”.

Por esa razón, todas las madrugadas se levanta a las 05:00. Para luego poner en marcha su rutina creativa, de 06:00 a 09:00. A esas horas, no hay interferencias.

Pienso que las personas que viven más, son las que se levantan más temprano y son más productivas. No concibo levantarme a las 8:00, cuando se han perdido horas preciosas”.

Revela, asimismo, que todos los días realiza media hora de ejercicio en una caminadora. Incluso, trata de seguir una alimentación saludable y ser un poquito vanidosa para sentirse bien. No obstante, el mejor tónico que aplica a su piel, con escasas arrugas, es cero estrés y ser optimista.

Si ella tuviera que recomendar algo a la gente sería un cambio de actitud. “Hay que amar la vida con intensidad”. También, rodearse de personas disciplinadas, sin filtros y afines.

Para finalizar, Sonia Manzano Vela asegura que nunca dejará de ser auténtica. Incluso, con sus contradicciones, logros o impulsos que, a veces, la meten en problemas. Pero, sobre todo, seguirá escribiendo hasta cuando lo pueda hacer.

Más sobre ella…

  • Se llama Sonia Esperanza Melva del Carmen Manzano Vela.  Su nombre Carmen porque su madre era devota de la Virgen del Carmen.
  • Varios de sus poemas han sido traducidos al inglés, francés, italiano y japonés.
  • Habla un inglés básico y toma clases en youtube para perfeccionarlo, ya que es uno de sus objetivos no cumplidos.
  • Ha viajado a 20 países para cumplir actividades literarias o dictar charlas con el fin de difundir la literatura ecuatoriana.
  • Con su hermana Elina Manzano de Félix fundó la academia de piano Federico Chopin, en 1980.
  • En 1980, fundó con su esposo Eduardo Villacrés el colegio Sudamericano.
  • Ganó el primer premio del I Concurso de Cuento Feminista Ecuatoriano realizado en 1989.
  • Su novela No abras la ventana obtuvo el primer premio de la Tercera Bienal de la novela ecuatoriana, en 1993.
  • Flujo Escarlata logró el premio Joaquín Gallegos Lara, al mejor libro de cuentos, en 1999.
  • La novela Solo de vino a piano lento recibió una mención de honor en la primera edición del premio Jorge Icaza al libro del año 2013.
  • En el ámbito educativo, la Fundación de Altos Estudios Geopolíticos Antonio Parra Velasco le concedió un reconocimiento.
  •  La Revista Hogar le otorgó un reconocimiento como Mujer del año 2016, por su aporte educativo, cultural y literario.

Añadir comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Bienestar con Estilo Magazine © 2024. All Rights Reserved.

Desarrollado por Ecuasitios